- Calidad de la información. La Comisión reconoce la mala calidad de la información sobre las características peligrosas de las sustancias proporcionada por la industria durante el proceso de registro. Sin embargo, no propone ninguna medida para garantizar que se mejore. Un estudio realizado por ISTAS para el Bureau Europeo de Medio Ambiente reveló que el 57% de los expedientes de registro analizados contenían graves deficiencias (clasificación errónea, falta de información sobre niveles de exposición seguros, sobre propiedades de disrupción endocrina o sobre medidas para un uso seguro de las sustancias, entre otras).
- Restricción y autorización de sustancias peligrosas. Se estima que existen unas 1.500 sustancias de elevado nivel de preocupación en el mercado, es decir muy peligrosas. Sin embargo, durante estos cinco años únicamente 138 sustancias han sido incluidas en la lista de candidata, esto es, han iniciado el proceso de autorización o restricción que debería servir para eliminarlas del mercado. Para acelerar el proceso, en lugar de incluir todas las sustancias ya clasificadas como cancerígenas, mutágenas o tóxicas para la reproducción, la Comisión propone introducir un nuevo proceso de evaluación de riesgos que pervierte el texto legal. Comisiones Obreras, junto a otras organizaciones sociales y sindicales, ha solicitado a la ECHA que promueva activamente la sustitución de las sustancias ya definidas como más peligrosas.
- Agencia Europea de Químicos. La Comisión valora el trabajo realizado por la ECHA, pero no ha tenido en cuenta las críticas de los sindicatos sobre su falta de transparencia. De hecho, el Tribunal de Cuentas Europeo advirtió sobre los conflictos de interesas de miembros de la ECHA en un informe sobre este tipo de conflictos en las agencias europeas.